Entendemos completamente las preocupaciones que surgen en torno al uso excesivo de dispositivos tecnológicos por parte de nuestros hijos e hijas. Sin embargo, en nuestro papel como educadores-as, también debemos considerar la realidad del mundo en el que vivimos y preparar a nuestros alumnos y alumnas para enfrentar los desafíos digitales que se les presentarán en el futuro.
Es innegable que el mundo está cada vez más digitalizado y que esta tendencia continuará en el futuro. Desde la forma en que trabajamos hasta la manera en que nos comunicamos e incluso cómo accedemos a la información, todo está siendo moldeado por la tecnología. Negar a nuestros hijos e hijas la oportunidad de adquirir competencias digitales significativas, es privarlos de herramientas cruciales para su éxito en el futuro.
Es importante distinguir entre el uso de dispositivos digitales para el ocio y su utilización como herramientas educativas y productivas. Mientras que el tiempo dedicado a juegos y entretenimiento en pantalla debe ser limitado y regulado, el uso de dispositivos como herramientas de aprendizaje y trabajo puede ser sumamente beneficioso.
En la ikastola, tenemos la responsabilidad de educar a nuestros estudiantes en un entorno estructurado y diseñado específicamente para desarrollar sus habilidades digitales de manera responsable. Aquí, pueden aprender a utilizar la tecnología de manera productiva, crítica, ética, responsable y creativa. Les proporcionamos las herramientas y el acompañamiento necesarios para que puedan desenvolverse con confianza en el mundo digital, evitando así el riesgo de una exposición descontrolada y no supervisada.
Entendemos que estas son preocupaciones legítimas, pero creemos firmemente que el enfoque adecuado no es demonizar las pantallas, sino enseñar a nuestros hijos e hijas a utilizarlas de manera responsable y efectiva. Es una habilidad vital que les permitirá navegar con éxito por el mundo que les espera.
No se trata de reemplazar las experiencias analógicas, sino de complementarlas y preparar a nuestros hijos e hijas para un futuro digital que ya está aquí. El problema no es la pantalla, sino el mal uso que se hace de ella.
Juntos-as, podemos trabajar para encontrar un equilibrio saludable, aportando en positivo para que nuestros-as hijos-as estén preparados-as para enfrentar los desafíos que les depara el futuro.