¿Qué imagen tiene mi hijo de mí? Si le preguntara a mi hija que me dijera cómo soy ¿qué respondería? ¿Cuándo me di cuenta por última vez de que soy su primer modelo?
La verdad es que nuestros hijos ven cada día lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Escuchan lo que decimos y cómo lo decimos y perciben lo que dejamos de decir. Pero cada día les decimos lo que tienen que hacer o cómo tienen que hacerlo, sin saber si hay coherencia entre lo que les decimos y lo que nosotros realmente hacemos.
A este respecto, parece que como seres humanos tenemos una capacidad media de recordar el 2% de lo que escuchamos y el 5% de lo que vemos. Ni uno ni otro son sentidos muy eficaces para recordar, pero la vista es el doble que el oído. Y nuestros hijos no nos miran, nos escanean, metiendo nueva información en su disco duro en cada momento que pasan con nosotros.
Porque, queramos o no, somos un ejemplo para ellos. Somos sus maestros principales.
Además, como ciudadanos adultos, también somos ejemplo ante el resto de las personas, sobre todo ante los más jóvenes. Definitivamente, también somos ejemplo cuando no queremos.
Como recoge el filósofo Javier Gomá en Filosofía Mundana, la ejemplaridad no distingue la vida humana entre la esfera pública y la privada. Responde a la pregunta de si, en general, alguien, es creíble o no. Por tanto, no podemos separar el concepto de ejemplaridad del de persona, ni elegir los momentos en los que no queremos ser ejemplo.
Por otro lado, la ejemplaridad en la sociedad se asocia a dos conceptos muy importantes. Por un lado está actuar cumpliendo la ley y por otro están nuestras posiciones como ciudadanos en nuestro ámbito privado. Actividades que, respondiendo a nuestros valores y principios éticos, conforman nuestra ejemplaridad como personas.
El respeto a la ley no sólo es ejemplarizante en sí mismo, ya que nuestros actos, además de estar dentro del marco legal vigente, deben responder a criterios y valores que les den sentido. Son las actitudes coherentes con nuestros valores las que en definitiva hacen que seamos ejemplares.
Ser ejemplares debe ser, por tanto, la consecuencia de llevar a la práctica nuestros valores. Ser más conscientes y coherentes entre lo que queremos, lo que decimos y lo que hacemos.
En definitiva, que todos y todas seamos profesores y profesoras; que seamos ejemplo.
Eskerrik asko eta urte bikaina izan dezagula
DIRECTOR GENERAL
Aitor Pagaldai