¿Qué es ETA?”. Una alumna de 1º de Secundaria se lo pregunta a otra amiga. Ella no lo sabe, su amiga sí y se lo explica a su manera. Es una situación real escuchada en primera persona.
Afortunadamente, a día de hoy al menos en nuestro entorno más cercano vivimos en paz. Desgraciadamente, años atrás la presencia de la violencia estaba tan arraigada en nuestra sociedad y los adultos-as lo tenemos tan vivo en nuestro recuerdo que en tan poca distancia de tiempo nos sorprende y hasta preocupa la pregunta y la sensación de que en una sola generación algo tan grave y duro pueda caer en el olvido. Por suerte las y los jóvenes de hoy no lo han vivido en primera persona, pero eso no quiere decir que no tengan que saber de lo ocurrido y aprender de ello, como parte de esta sociedad que tanto ha sufrido. Lo cual nos lleva a una importante reflexión sobre la memoria, el aprendizaje y la necesidad de educar sobre la historia reciente.
Comprender lo que sucedió y cómo hemos llegado al presente es fundamental para valorar la paz y la democracia que disfrutamos hoy. Recordar no es solo un acto de mirar hacia atrás; es una herramienta para asegurarnos de no repetir los errores del pasado.
La diversidad nos enriquece, en la medida en que nos ofrece una perspectiva distinta a la propia, aunque en ocasiones podemos no compartirla e incluso no llegar a comprenderla, en la medida en que la historia personal, las vivencias y el carácter nos condicionan en parte nuestras ideas.
Una sociedad democrática se basa precisamente el respeto a las ideas de todos-as, pero poniendo énfasis en que no todo vale para defenderlas. Que la violencia nunca está justificada.
Esa es nuestra historia, porque más allá de la historia individual y personal de cada uno-a, tenemos una historia colectiva como pueblo. Una historia que afortunadamente a nuestros-as hijos-as no les ha tocado vivir, pero de la que sí podemos contarles, para mantenerla en nuestra memoria colectiva y para que no cometamos los mismos errores.
Para que nunca olvidemos que nada justifica el uso de la violencia y la imposición de unas ideas sobre las de los demás.
Con ese motivo, en el marco del programa Adi-Adian del Gobierno Vasco el alumnado de 4º de ESO, tiene ocasión de escuchar testimonios de personas que han sufrido la violencia en primera persona. El año pasado el de una viuda de un asesinado por ETA. Hoy el de la hija de un asesinado por el Batallón Vasco Español. Historias diferentes, personas diferentes, que no solo tienen en común el sufrimiento por la utilización de la violencia para acallar las ideas, sino una amistad surgida en el camino gracias a la participación de ambas en el programa Adi-Adian. Tanto es así, que la intervención del testimonio de hoy ha comenzado con el encendido de dos velas, en recuerdo de ambas víctimas.
Más allá de esta iniciativa, como padre, madre y educadores-as nos corresponde trasladarlo, ya que es a través del diálogo y la comprensión mutua como podemos construir una sociedad más armoniosa y justa. Es el legado que como sociedad nos corresponde dejarles.
Desde aquí os invitamos a hacerlo: a mantener esas conversaciones y a dejar ese legado, en beneficio de toda la sociedad.
La memoria es un componente esencial de nuestra identidad colectiva y, al transmitirla a las nuevas generaciones, estamos fortaleciendo los cimientos de una sociedad más justa y pacífica.
Educar sobre este tema es un acto de amor y responsabilidad hacia nuestras hijas e hijos y hacia nuestra comunidad. Es asegurar que las lecciones aprendidas de una época dolorosa no se pierdan, y que los valores de paz y convivencia sigan guiando nuestro camino hacia adelante.