¡Esta vez en unas cuantas clases de Infantil hemos llevado a cabo una dinámica que ha despertado sonrisas y reflexiones! ¿Cuál fue la actividad? Nada más y nada menos que descubrir quién es el alumno o alumna preferido/a del profesor/a.
¿Suena un tanto peculiar, verdad? En un ambiente donde la autoestima y el autoconcepto son tan fundamentales para el desarrollo de cada niño y niña, ¿por qué no trabajarlos de manera consciente en el aula? ¿Por qué no reflexionar sobre su importancia dentro de un grupo clase?
Hoy, en lugar de centrarnos únicamente en la educación del hacer, nos sumergimos en la esfera del ser. Nos adentramos en un ejercicio que, si bien puede parecer superficial a primera vista, encierra un mensaje poderoso: el espejo que refleja no solo nuestra imagen física, sino también nuestra percepción de nosotros-as mismos-as.
El espejo, ese objeto aparentemente simple, se convierte en un símbolo de nuestra autoestima y autoconcepto. ¿Cómo nos vemos en él? ¿Qué percepción tenemos de nosotros-as mismos-as? Estas preguntas nos llevan a explorar aspectos más profundos de nuestra identidad.
Al descubrir quién es el alumno o alumna preferido/a del profesor/a, no solo estamos revelando una preferencia personal, sino que también estamos abriendo la puerta a conversaciones sobre el valor intrínseco de cada individuo, sobre la importancia de sentirnos valorados y respetados por quienes nos rodean.
En un mundo donde la presión por cumplir con estándares puede ser abrumadora, recordemos siempre la importancia de cultivar un ambiente donde la autoestima florezca, donde cada niño y niña se sienta visto, escuchado y amado.
La educación del ser, la educación emocional, la promoción de la autoestima y el autoconocimiento son pilares fundamentales en la formación integral de nuestros-as hijos-as y estudiantes. Y hoy, con este pequeño ejercicio, queríamos dar un paso más hacia la construcción de ese ambiente inclusivo y enriquecedor que todos y todas merecemos.